Atenas, tercera etapa de nuestro viaje a Grecia con los refugiados

Hemos vuelto a Grecia. Objetivo: documentar los continuos y numerosos cambios en los procedimientos de regularización de los refugiados.

Dicho de otra manera, hemos vuelto para tratar de anticiparnos a la resolución del destino de miles y miles de personas en Grecia, que no es muy distinto del que vimos les esperaba allá por el mes de abril: la expulsión y devolución a sus países o a Turquía.

El descanso en España el mes de mayo ha servido de mucho. Reestablecer la comunicación directa con todos ustedes ha sido importantísimo para el arraigo de este proyecto. Ahora les necesito en esta tercera etapa más que nunca, pues es en estas fechas que se van a tomar decisiones con consecuencias vitales, probablemente irreversibles.

Atenas me deparó muchas sorpresas estos quince primeros días de junio. La principal: no pude acceder a apenas ningún campamento de todos los que abundan alrededor de la ciudad: Helliniko, Skaramagas, Eleona… El único al que pude acceder sin problemas fue Pireo, el asentamiento del puerto de Atenas que en breve verá salir a los pocos cientos de personas que permanecen entre las terminales E1 y E1,5.

Pero no hizo falta acceder a ellos. La otra gran sorpresa que me deparó Atenas fue la enorme movilización de voluntarios de todas partes pero sobre todo griegos, que se organizaban en squats para albergar a los refugiados en todo tipo de centros disponibles. Yo sabía de este fenómeno, pero verlo cara a cara durante dos semanas día a día me asombró. Escuelas varias abandonadas, antiguos hoteles urbanos desocupados, centros comunitarios de organizaciones religiosas… todos están arriba hasta la bandera de gentes varias de todas partes del planeta. Pero sí, inevitablemente, ahora entraremos en las nacionalidades principalmente representadas.

24 horas después de haber llegado a mi hotel en la extensa barriada de Pireo, me encontré con el destino que venía a buscar: Rami Assaf y su familia. Apareció en la recepción del hotel cuando yo llegaba de procurarme algo para cenar en la habitación, y tras preguntarme si yo hablaba árabe se acercó al mostrador. Al poco salió acelerado a llevarse a su mujer y a los dos bebés que traían como para buscar otro lugar. Tras confirmar con el recepcionista que el problema era que no les alcanzaba el dinero, salí detrás y en pocas palabras entendieron que yo les ponía el resto. No sólo les puse el resto sino que les pagué dos noches en la habitación contigua a la mía y le pedí que se quedaran los 20 euros que traían… de Idomeni. Sí, acababan de llegar de esos asentamientos que la policía estaba desmantelando esos días. A día de hoy no queda nadie en Idomeni.

Así, con la salvedad de mi primer día tranquilo en Pireo, los siguientes días los dediqué a buscarles, en primer lugar, alojamiento gratuito y, al mismo tiempo, asistencia especializada. Rami me enseñó todos sus papeles. Había llegado a Alemania en agosto de 2015 y tras regularizar su situación en este país volvió a Grecia al encuentro de Baraa y sus dos niños de 3 y 2 años de edad. Baraa llegaría con ellos a Idomeni en esos momentos en los que la frontera con Macedonia cerró incluso para los sirios. A partir de ahí tendría que conseguirse un lugar y una protección hasta que Rami llegara a ellos a comienzos del mes de abril. Allí en Idomeni la familia reunificada pasó 50 días. Y a Rami, de 26 años, se le acabó la paciencia. Sabiendo las cartas que tenía se las decidió jugar todas a una: la embajada de Alemania en Atenas. Allí consciente de que tenía todo en regla confiaba en que le visaran los pasaportes de la familia para abandonar su pesadilla de Grecia. Así, que al tercer día fuimos a la embajada.

Pero la pesadilla no estaba aún tan cerca de acabar. La única posibilidad de que nos admitieran en la embajada era pidiendo cita por email (cosa que la familia no tenía) y cuando entendió que iba a tener que esperar meses en Atenas para que le dieran cita en respuesta a ese email, se desesperó. A voz alzada manifestó a los cuatro vientos que se marchaban a Siria, en ese mismo instante, y que preferían morir en Siria que lentamente de la manera que lo estaban haciendo en Grecia.

Dicho y hecho. Apenas llegamos al hotel recogieron sus cosas y dejamos las habitaciones. Yo también; necesitaba dejar Pireo y quedarme en Atenas. No había nada que hacer. Habían tomado una decisión y Rami sabía perfectamente qué ruta tenía que hacer para cruzar Turquía y volver a su querida Siria. Simplemente le dije que si tenía cualquier dificultad, volviera a Atenas, donde yo podría ayudarle. O a Tesalónica.

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Pero la fortuna quiso que tras el fin de semana decidiera hacerlo. La familia me llamó que volvía a Atenas y que por favor les ayudara a volver a Alemania. La alegría que me invadía me llevó a movilizar a todos mis contactos en la capital, y el día que llegaron me dediqué por la mañana a recorrer escuelas abandonadas, para encontrarles un sitio donde estar. Pero refugiados de todas las islas del Egeo y de todas partes de Grecia están marchando a Atenas estos días – incluso sin el documento que les autoriza a ello, para estar así más cerca de las oficinas de asilo y otras organizaciones que participan de un proceso de registro, que ahora mismo consiste en albergar en diversos tipos de campamentos a todos esos refugiados que están vagando por las ciudades más importantes. Así que, agotados por no haber encontrado nada, volvimos a Pireo, a a E1, donde estaba Baraa con Jamil y Ptisán. ¡Y entonces se me encendió la bombilla al fin!

Sara tendría que saber. Y así fue. Voluntaria independiente como yo a la que conociera en Lesbos en febrero, llevaba desde marzo en Pireo. De origen argelino, hablaba en árabe con ellos. Y cuando vio los papeles de Rami dijo que lo único que les hacía falta para pasar el trámite de la embajada era cierto documento que debían recibir de Líbano. Y así fue. Fin de la cuestión. Este documento que ya está en poder de Rami no ha eximido a la familia de tener que pedir cita pero Sara confía en que sea de un día para otro así que esperamos en la próxima entrada podamos contar de la llegada de la familia a Alemania.

Mientras esperan llegue el momento de resolver en la embajada, la familia se encuentra bien instalada en un apartamento estudio y gracias a Sara y a las aportaciones del crowdfunding no les falta de nada para su vida cotidiana…

En Atenas aprovechamos igualmente para reunirnos con la familia de Gaess y comprobar su buen estado de forma. Se encuentran alojados en el campamento de Skaramagas y tienen cita en la embajada alemana en octubre para reunirse luego con su padre. Imsharla!

Seguimos adelante. Desde hace una semana ya casi en Lesbos, donde seguimos tratando de entender hacia donde se dirige el destino de esta gente, de los refugiados. Seguimos con ellos, con los refugiados en Lesbos.

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