Llegó diciembre a Lesbos

Y con él las lluvias y los fríos vientos del norte…

Y los refugiados siguen teniendo necesidad de comida, tiendas de campaña con costuras reforzadas y resistentes al agua, mantas, ropa de abrigo…

Diversos grupos de voluntarios con los que compartimos horas de esfuerzo los últimos días de noviembre, recorren toda la isla con sus coches de alquiler para que a todos aquellos que logran bajar de los botes a alguna de las playas de la isla no les falte con que cambiarse las ropas empapadas con las que llegan desde la costa turca; les esperan luego en los campamentos a los que los llevan los autobuses fletados por Médicos sin Fronteras (MsF) o UNHCR (Acnur) para orientarles en el proceso de registro que pasa por las oficinas policiales, para informarles de dónde pueden pasar la noche, para ofrecerles un plato de comida, para darles, en resumen, una bienvenida…

Pero no es suficiente. Ante noticias del cierre de fronteras entre los países balcánicos de la Unión y la inminente actuación de Turquía para impedir que continúe este éxodo, cientos de botes siguen desembarcando a sus empapados pasajeros y las fuerzas y los recursos de estos voluntarios se van mermando a medida que pasa el tiempo.

Estos días, desde España, estamos en continua conversación con ellos para seguirlos de cerca y velar por que no les falte de nada de lo que les van a precisar todos esos supervivientes que llegan a empezar una nueva vida a partir de Lesbos: los refugiados.
25-nov-27