¿Qué ocurre?

Vivimos en un estado de confusión permanente en el que nos parece que ya no sabemos realmente qué es lo que está ocurriendo. Al menos, esa es una impresión generalizada que me transmiten amigos y familiares en medio de una gran desazón: la que nos producen los discursos populistas anti-inmigración y que tienden constantemente a centrar la atención en la «imposibilidad» («por falta de recursos», nos dicen) de recibir (no digamos «acoger») a todas las personas que se juegan vida en el lucrativo negocio de la trata de personas;  que son víctimas de las mafias ¡vamos! ¡ las tan recurrentes mafias!

Nos incomoda ver u oír diariamente las noticias de inmigrantes desembarcando en nuestras costas (más apropiadamente dicho: en las costas de nuestros Estados), y los que aún tenemos escrúpulos condenamos y denunciamos sin demora el hecho de que cada día centenares y hasta miles de personas tengan que embarcarse clandestinamente en precarias embarcaciones a la deriva desde las costas más meridionales u orientales del Mediterráneo. El fenómeno de la inmigración irregular es algo que ocurre en cualquier zona del mundo a la que se mire. Sin embargo, la manera en la que está ocurriendo en Europa es bastante particular por una serie de razones que es preciso considerar y que tienen su fundamento en el bloque económico y financiero que hoy se llama Unión Europea, cuya sociedad se encuentra dividida entre los partidarios del rechazo sistemático de estas personas y los que nos indignamos ante la forma en que se ejecuta este rechazo por cuanto vulnera los Derechos Humanos Fundamentales por las que la U.E. se ha caracterizado desde su constitución. De ahí vienen los motes de U.E. Fortaleza o de UErfanos: hashtags y campañas abiertas, entre otras, denunciando esta violación de derechos.

La confusión es grande. Desde que retorné de mi primer viaje a Lesbos he procurado aprovechar mis capacidades y habilidades para verter un poco de luz en este asunto, y este es el único cometido de este blog y de las redes sociales en las que aparezco. El objetivo: dilucidar la diferencia entre un inmigrante y un refugiado para comprender qué política europea se estaba y se está aplicando en Grecia para recibir y acoger a estas personas. Desde entonces, mi labor de sensibilización, junto con la de otros compañeros como Jorge Luis González Díaz o María S.  en mi propia sociedad ha sido más sacrificada si cabe que la de ayuda humanitaria a la que me he dedicado en Grecia. Pero también muy satisfactoria. En las aulas, los niños y adolescentes quedan impresionados cuando se dan cuenta de que la razón por la que estas miles, y millones ya, de almas atraviesan el mar de noche no es por falta de dinero (para volar, como creen muchos jóvenes) o por una persecución diurna de drones yanquis, sino por falta de visado (muchos no saben ni lo que es), esto es, por «permiso denegado». No sólo para venir a nuestros países, sino incluso para salir de los suyos propios. Pocos jóvenes conocen la diferencia entre un refugiado y un inmigrante (o un «migrante económico» en términos actuales y peyorativos). Lo mismo vale para los adultos: muy pocos son los que entienden la diferencia. Y muchos de ellos, en realidad, no la quieren entender. No les interesa.

Mientras en la U.E. la descoordinación ha sido tan grande que ha propiciado conflictos entre Estados Miembros por las cuotas de Refugiados incumplidas, los dirigentes de los Estados incumplidores han aprovechado la coyuntura de la crisis económica de 2008 para justificar su quehacer (su «nadahacer») en materia de inmigración y de asilo político, realizando un discurso muy pobre y peligroso en el que abundan los mitos de «no hay espacio para todos» (¡como si en España no hubiera millones de viviendas inhabitadas!), «vienen a colapsar nuestra Seguridad Social» (como si para poder disfrutar de prestaciones cualquier persona no tuviera la obligación de cotizar, con lo difícil que esto está hoy en día para una persona local, ¡no digamos pues para un extranjero que no conoce la lengua y la cultura, y menos digamos, pues, de ese extranjero que acaba de llegar a nuestra tierra dejando atrás a media familia asesinada y a la otra media en paradero desconocido!); la estupidez de «vienen a quitarnos el trabajo» (ese trabajo que nadie quiere) y, por último pero más peligroso si cabe, a la par que estúpido: «vienen a imponernos su religión/cultura» (sin comentarios).

Es difícil no intoxicarse cuando uno está expuesto a este tipo de patrañas a diario y en cualquier situación cotidiana. Muchos somos los que no encendemos un televisor cuyas principales cadenas informativas controla el Gobierno y cuyo mensaje agotador es del de que cale el rechazo y el miedo; por lo tanto: el racismo. Pero esta medida de «defensa propia» (apagar el televisor) no es suficiente. El mensaje de nuestros oportunistas dirigentes (y no entremos a debatir el partido político, ni mucho menos hablemos de izquierda y derecha) ha calado hondo. Nuestros vecinos tienen tanto miedo que se han vuelto más racistas que «los moros», término este que parece reflejar el colmo de la intolerancia en esta nuestra sociedad.

La demagogia llega hoy a tales extremos de afirmar (cada vez más políticos y personas prominentes en la esfera pública hacen alarde de esto) que aquellos de nosotros que se juegan la vida en el mar para asegurarse que personas desvalidas pisen tierra firme con un nuevo sol, están haciendo un flaco favor a las mafias, que, claro está (nótese mi ironía), «son las culpables de todo». Cuando las verdaderas mafias son las personas influyentes que logran que un estado como Marruecos, Libia o Turquía repriman ilegalmente cualquier migración en su territorio, dotándoles de beneficiosos acuerdos comerciales (que incluyen, casi siempre, compra-venta de armas) y ventajas fiscales, o logran que un Estado como España, Grecia y ahora también Italia, rechace poner medios para salvar las vidas de las que nos ocupamos los voluntarios. Por cierto, España ha sido condenada hoy por el Tribunal Supremo.

España condenada por el TS

Moria cansa

Hace ya dos años que el centro de internamiento para extranjeros en Lesbos, Moria (vamos a llamarlo así hoy, centro de internamiento) presenta unas condiciones de salubridad lamentables que han ido empeorando con el paso de los meses (no digamos años) a medida que las islas griegas del Mar Egeo se normalizan como prisiones europeas de solicitantes de asilo provenientes de las costas turcas en lanchas y otras embarcaciones precarias que surcan esta parte del mar mediterráneo, de todas las nacionalidades posibles. De estas condiciones de insalubridad ya informábamos a traves de este blog tras visita directa en la mayoría de las ocasiones, como por ejemplo el pasado mes de junio de 2016, cuando lográbamos alojar al paquistaní Sher Afzal fuera de las instalaciones de este antiguo complejo policial.

Moria cansa. Continuamente sigo encontrando imágenes en las redes sociales de su interior, de sus apestosos baños, de los aguas estancadas, de los terraplenes encharcados y de las odiosas tiendas de campaña que cada vez son más numerosas y hacen que erróneamente se cite en nuestros periódicos de mayor tirada nacional en España que tiene una capacidad de 2.500 plazas o de 3.000 plazas pero que está atestado con una «población» refugiada de unas 7.000 personas. Sí: ¡hace meses el centro registra una población estabilizada en torno a las 7.000 personas! pero Moria no cuenta con 3.000 plazas de alojamiento, ni con 2.500, sino con unas 1.800 plazas. Y cuando hablamos de plazas, nos referimos a camas ubicadas en construcciones de cemento bajo techo firme. Por supuesto que un buen conocedor del terreno y del entorno no aspira a que los mejores periodistas de los diarios El País o El Mundo den en la diana con la cifra exacta de «plazas de alojamiento» pero, aun así, cansa y es preciso corregir o puntualizar. Es grave que en el centro malvivan más de 5.000 personas desde hace más de un año, y ya uno empieza a perder la cuenta… Menos mal que nunca he dejado de escribir aquí sobre este lugar desde hace más de dos años ya.

Odio y fuego para los refugiados

No sólo cansa la insalubridad de Moria. Cansa ver a los policías antidisturbios continuamente apostados ante las vallas del perímetro de la entrada principal. Cansa ver que lo que trasciende en las noticias de nuestros países más al Oeste de Europa es o son los momentos en los que estallan revueltas o altercados. Cansa en especial porque suceden estos con muy poca frecuencia, si consideramos el grado de hacinamiento del lugar y la eternidad que muchas personas llevan condenadas en ese pequeño infierno. Cansan las manifestaciones pacíficas de familias con niños en la plaza central de Mytilene y cansan las actitudes cada vez más frecuentes (lógico por otra parte) de increpación racista o xenófoba a las personas que acampan sobre las frías baldosas de la plaza Sapho.

Sobre todo cansa la inacción de nuestros políticos y ver cómo el tiempo pasa y lejos de encontrarse soluciones al problema se mantiene una situación de bloqueo de personas solicitantes de asilo en las islas del Egeo que no hace más que gotear sobre un vaso ya colmado y a punto de rebosar. Como siempre, será sólo cuando pase algo realmente grave que se produzca una reacción y se permita la libre circulación de una parte de estas personas a nuestro viejo continente. Hasta entonces lo único que podemos hacer es denunciar y sensibilizar a nuestros allegados para que sepan lo que está ocurriendo…

Moria: las condiciones de hacinamiento empeoran

Hace apenas unos días se cumplían dos años del miserable acuerdo de control de inmigración irregular (o, lo que es lo mismo, de externalización de fronteras) entre la U.E. y Turquía. Desde hace dos años todas las personas que arriesgan su vida para llegar a las islas del mar Egeo son recibidas con una orden de arresto y confinadas en centros de recepción que no son otra cosa que antiguas cárceles reactivadas y ampliadas con tiendas de campaña en los terrenos colindantes de bosque y plantaciones de olivos.

Lesbos, Chíos y Samos se reparten en el presente 2018 los méritos a peor centro de estancamiento de solicitantes de asilo político, con Vathy (Samos) y Moria (Lesbos) con informes recientes de Acnur que recogen las denuncias por agresión sexual de cientos de personas, especialmente mujeres. La situación en Moria, según Acnur, toma muy graves dimensiones:

Informe de Acnur sobre Moria y Vathy

Yo tuve la oportunidad de visitar ambos centros de internamiento el pasado mes de noviembre de 2017, a pesar de que la entrada está prohibida para los «no usuarios» de estos centros. Pero desde entonces han pasado noviembre y diciembre de 2017, así como enero, febrero y marzo de 2018. Y parece ser en estos últimos meses en los que yo he vuelto a España a descansar de la anterior etapa en Polykastro al frente de ADSN Greece (ver anterior entrada) es cuando más se han recrudecido las situaciones de hacinamiento, disturbios y agresiones físicas varias… Pero a esto no se le presta ya ninguna atención en los medios de comunicación de masas, salvo si exceptuamos ediciones de periódicos comprometidos con los Derechos Humanos como Desalambre y Público. Lo cierto es que el tiempo pasa y desde octubre pasado hasta ahora puede ser un tiempo más que suficiente para que muchas personas desesperen.

12000 personas atrapadas, 2000 deportadas

A los que hemos estado allí nos resulta imposible no sólo mirar hacia otro lado, sino dejar de denunciar todo cuanto allí sucede, más allá de continuar nuestra labor humanitaria cada cual desde su posición y capacidades, como puede ser el reparto de alimentos, artículos de higiene o la asistencia letrada y de intérpretes. Es por eso que aunque ahora esté aquí en España sigo denunciando a través de este blog todas las violaciones de las que tengo conocimiento directo, acompañándolas de las pertinentes fuentes oficiales para mayor credibilidad. Si a ustedes, lectores, no les parece esto poca cosa, les insto a hacer lo propio, más allá de lo que a  día de hoy hacen o hayan hecho. No cometamos el tremendo error de pensar que esta denuncia es en vano, o que no sirve…

 

De Polykastro a Samos: de proyecto de desarrollo a nueva emergencia

Hoy ha helado en Polykastro. Ya no es sólo la cima sino media montaña la que está cubierta de nieve. Dicen que la nieve no llegará a Polykastro pueblo, pero las temperaturas ya han bajado de los cero grados centígrados.

Los días son ya hace un mes más cortos. Es noche cerrada antes de las 18 horas locales. Noviembre ha traído sus habituales lluvias y, durante algunos días sin pausa, ha sido imposible no mojarse.

En Polykastro habitamos una casa de alquiler que Acción Directa (ADSN) paga para los voluntarios, quienes a su vez contribuyen con una aportación diaria para ayudar a sufragar gastos. No disponemos de calefacción central pero sí de una chimenea en el salón en la que todas las tardes prende un agradable fuego. Es momento de añadir un nuevo coste a nuestro hogar. Es preciso comprar leña.

A unos pocos kilómetros hacia el sur, dirección Tesalónica, las personas que residen en el antiguo aeródromo de Nea Kabala viven en contenedores isotermos. En su interior disponen de una cocinilla eléctrica y de mini nevera, con las que pueden conservar y preparar sus propias comidas. La materia prima, los alimentos, la adquieren en los supermercados gracias a la ayuda económica de los cash programs que Naciones Unidas coordina para la Unión Europea. Aquí en nuestra sede en Polykastro, en nuestro almacén, hemos habilitado una tienda en la que todas estas personas pueden hacer una compra gratuita de alimentos no perecederos que hemos recibido de generosas donaciones desde España. Dos mañanas cada semana. Cuando nos es posible, complementamos nuestras estanterías con verduras y fruta. Prácticamente a diario, toda la comunidad de Refugiados residente en Polykastro, y especialmente la residente en Nea Kabala, tiene disponible el pan que hacemos en nuestra panadería solidaria entre refugiados y voluntarios internacionales. Son los domingos nuestros únicos día de descanso. Incluso los sábados hacemos pan.

Las condiciones en las que se encuentran las personas que residen en este último campamento se repiten en el resto de campamentos dispersos por el norte de Grecia: Zynatex, Diavata, Kavala, Serres… La situación en todos ellos permanece estable, incluidas cada vez más personas refugiadas que llegan sin anunciarse de un campamento a otro, para poder estar con parientes, amigos o gente perteneciente a su etnia o religión. Recientemente familias enteras kurdas yazidíes se han desplazado a otros campamentos por toda Grecia (su documentación les autoriza a moverse libremente por el país) para convivir en el mismo emplazamiento. A estas “llegadas espontáneas” (así se les llama) no se les incluye en el cash program, no se les da asignación económica. Pero afortunadamente las ONG que se encargan de satisfacer necesidades básicas están reaccionando, y nosotros con ellas, aportando tanto pan como alimentos no perecederos.

Nuestro pan llega también a las calles y plazas de Tesalónica a través de la colaboración con grupos de auto-ayuda independientes a los que entregamos el pan a cambio de donaciones regulares (véase entrada anterior).  2.000 panes semanales han sido repartidos por los voluntarios de dos de estos grupos el último mes a personas del mismo origen o procedencia que las que residen en los campamentos.  A estos los llaman Refugiados. A aquellos los llaman migrantes a secas, migrantes económicos, migrantes irregulares (si bien muchos de ellos tienen su tarjeta de demandante de asilo) y hasta migrantes ilegales (así llaman a los que tienen documento de arresto u orden de abandonar el país). En situación irregular están todos los que arriban a las islas, igual que los pasan por frontera terrestre. En las islas todos ellos, salvo los casos extremadamente vulnerables, pernoctan en el centro de recepción de turno, en los que la situación es crítica, pues se encuentran totalmente desbordados de plazas, con más del doble de personas que de camas. En Moria, Lesbos, se viene hablando de 7.000 personas desde hace un mes. La gran mayoría se acomoda como puede en tiendas de campaña en los alrededores de este antiguo, frío y lúgubre complejo policial. Sólo unas 700 plazas en este centro se encuentran en contenedores isotermos, pero, en este caso a diferencia de los campamentos en península, no están dotados ni de cocinilla ni de nevera alguna. Aún recordamos el invierno pasado cuando murieron una mujer y un niño al explotarles una botella de gas de camping dentro de su tienda. Otras tres personas murieron ese mismo invierno en Moria por intoxicación de gases desprendidos al quemar algo conque calentarse.

En la plaza Sapfou, en el centro de Mytilene, hay personas refugiadas acampadas en protesta pacífica desde hace un mes, algunos de ellos en huelga de hambre, en protesta por los largos meses de espera e incertidumbre por no resolverse su solicitud de asilo (dentro de los plazos establecidos: seis meses). Son todas ellas de una nacionalidad que nadie sabe ya las opciones que tienen de protección internacional en Europa. Provienen de un país destrozado por una de las guerras libradas por EE.UU. contra (¡dicen!) el terrorismo internacional (la de 2002)… Son de un país al que varios países europeos han deportado este 2017 a miles de personas por empeñarse en considerarlo un país seguro de origen. Son afganos.

Huelgas de hambre, lluvias, frío…

Sí: la situación en Moria y Vial (Lesbos y Chíos) es muy lamentable y para describir el panorama para las personas refugiadas retenidas en las islas, el calificativo “poco halagüeño” se queda muy corto. Pero, si nos concentramos por un momento en las necesidades de comida digna, hay una isla del mar Egeo que presenta un panorama aún peor que estas dos. Una isla en la que no existe ninguna organización que cocine o prepare ningún tipo de comidas, y en la que los refugiados concentrados en torno a su centro de recepción optan solamente a comer raciones de una empresa de catering que a menudo llegan en mal estado y frecuentemente provocan intoxicaciones alimentarias. No es de extrañar pues estas raciones son enviadas desde Atenas y la cadena de frío se rompe fácilmente. Esta especie de campamento se llama Vathy, y este es también el nombre de la capital de esta isla: Samos.

Así que, tras tener a nuestra Móvil Kitchen parada en Polykastro desde el pasado invierno, ha llegado el momento de moverla. De hecho, si no la hemos llevado aún a Samos ha sido por falta de recursos económicos. No por falta de necesidades alimenticias allí. Apenas hemos obtenido ingresos suficientes para cubrir los costes fijos mensuales de nuestra panadería solidaria en esta localidad al norte de Grecia. Pero ahora, como siempre en la trayectoria de esta joven, pequeña y humilde ONG, no vamos a esperar ni un minuto más de lo necesario. Tan pronto consigamos el dinero para el flete y traslado de la Kitchen nos plantaremos en esta isla al sur de Lesbos. Si estabas esperando un momento idóneo para realizar una donación para los refugiados en Grecia, este en el que te escribo y me lees parece tenerlo todo…

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Los más marginales de entre los Refugiados

Polykastro es una localidad tranquila y apartada del norte de Grecia, de la Macedonia griega. Las montañas que se divisan cercanas al noreste y noroeste anuncian el final del territorio heleno y la delimitación con la Macedonia balcánica, Skopje.Los Refugiados que se alojan en esta localidad y en el cercano campamento de Nea Kavala presentan una situación administrativa regular, lo que sginifica que pueden tener una vida normalizada, con cierta libertad de movimientos y estabilidad económica, pues perciben una paga como solicitantes de asilo admitidos a trámite.

Pero hay otros Refugiados, no admitidos a trámite como solicitantes de asilo, cuya vida está limitada a la clandestinidad,  por ser su situación irregular. Algunos (o muchos según se mire) los llaman «ilegales».

A estos Refugiados sólo llegamos, desde nuestro humilde proyeto de integración en Polykastro, a través de los voluntarios de organizaciones colaboradoras con experiencia en distribución de comidas en Tesalónica. Sus manos reparten los 1.500 panes árabes que les entregamos de nuestra panadería. Ayer, tras un mes aquí, logré darme un salto con algunos de ellos y presenciar una de sus distribuciones en la ciudad.

Para ello, el grupo elige tres emplazamientos. El primero y para mí más impactante es el que llaman «la mansión», si bien aquí no hubo incidentes pues, salvo algunas comidas que fueron a las manos de personas griegas que viven en la calle y que fueron las primeras en llegar,  le entregamos las raciones de comida a un chico que bajó a recibirnos en la más profunda oscuridad  del interior de la «mansión» (ya es noche cerrada desde las 20 horas). En el segundo punto, la cola de personas de tez oscura que se alineaban tras la furgoneta del grupo tardó mucho en desaparecer… Hasta el punto de que los voluntarios tuvieron que cerrar las puertas y reservar un mínimo de raciones para el tercer lugar de reparto. Esto orginó un cierto malestar entre los que se quedaron a las puertas, si bien, en mi opinión, los que más se quejaban perfectamente podían ser repetidores en la fila (o así convenimos en pensar todos), aunque tampoco pudiéramos estar seguros.

En el tercer lugar, el más abierto o expuesto de los tres, la comida resultó ser claramente insuficiente, lo que era obvio nada más empezar el reparto a tenor de la magnitud de la cola. La ansiedad del no tener para todos se palpaba en las caras de los voluntarios y, poco a poco, en las de las personas en la fila, que se arremolinaba pegada a la puerta trasera de la furgo y parecía convertirse en una fila de tres y hasta de cinco personas, en lugar de una fila de uno en uno. Varias mujeres musulmanas con su cabellos cubiertos por el pañuelo se mantuvieron un buen rato las primeras, con varios niños metidos de por medio, pretendiendo llevarse hasta cinco comidas por cabeza, mientras los dos voluntarios que repartían se esforzaban en decirles que sólo una comida por persona. Al final, a varias de ellas les dieron las comidas que pedían pues, me decían, les habían enseñado sus acreditaciones y les correspondían esos números. Poco después, las puertas de la furgo se cerraban y la arrancábamos de vuelta al centro de la Soul Food Kitchen, a las afueras de Tesalónica, con la desazón del que quiere pero no puede.

Ya no recordaba lo que era una distribución, y esas sensaciones que genera. Acabé cansado de los repartos de comida en la época de la «Moria de puertas cerradas» tras el acuerdo con Turquía, donde viví el día a día este tipo de situaciones. Pero necesitaba ver a estas personas, a estos apestados del sistema entre los que, cada vez más, se encuentran Refugiados, esto es, solicitantes de asilo rechazados o abandonados a su suerte. Refugiados de segunda y tercera categoría: paquistaníes y afganos. Bangladesh y Sri Lanka… Y quién sabe de qué más países. Son estos los Refugiados que la gran mayoría de voluntarios españoles que vienen a Grecia no encuentran… Pero a los que yo siempre he conocido desde mis primeros viajes a Lesbos. Y, lo cierto es que, cada vez que me encuentro y entablo conversación con algunos de ellos, encuentro la totalidad del sentido de lo que estoy haciendo. ¡De lo que estamos haciendo! Porque, si estás leyendo este blog; si estás apoyando esta campaña que ahora entra en su segundo año, esta es también tu causa.

Puedes seguir apoyando económicamente

 

 

 

 

 

Al servicio de Acción Directa Sierra Norte

Así se llama nuestra ONG (ADSN), basada en Albendiego (Guadalajara), España, y ahora también en Polykastro (Tesalónica), Grecia.

Hasta aquí ha llegado la «Móvil Kitchen». Aquí permanece desde febrero de este 2017, mientras aguardamos el momento de que entre en acción; en el lugar más adecuado; donde la emergencia lo requiera y las condiciones lo permitan. Y todo parece indicar que este momento está muy próximo:

Proyecto Móvil Kitchen

En este tiempo mientras tanto, esta ONG a la que ahora me uno, ha apostado por lo más difícil: hacerse un hueco entre las Organizaciones Internacionales y locales que se encuentran en esta localización griega; tejiendo red para asegurarse contribuir a su único objetivo: que los Refugiados tengan acceso a una alimentación digna.

La forma de hacerlo ha sido la que han demandado las personas solicitantes de asilo en la zona, principalmente en el cercano campamento de refugiados en Nea Kavala, a unos tres kilómetros de nuestra sede en Polykastro. Lo que más demandan es su pan «roti» o «chapati», el pan árabe, así que, dicho y hecho, ADSN ha montado una panadería y elabora todos los días quinientas (500) unidades de este pan.

Pero ahora es cuando viene lo mejor de todo: el pan lo hacen las mismas personas refugiadas. A día de hoy son tres los refugiados que trabajan en la panadería y taller sitos en nuestras dependencias, a cambio de una pequeña asignación económica. Se les paga a los refugiados lo que se puede, de momento. Una paga semanal más incentivos sobre la producción. Además, les prestamos todos los servicios que necesitan en su día a día: asistencia sanitaria, médica, jurídica; techo, desplazamientos… No sólo alimentos dignos.

Estas personas realización una labor muy gratificante para su comunidad residente aquí y para ellos mimos, al posibilitarles trabajar y tener una vida normal. Desde esta posición les ayudamos a integrarse poco a poco en esta sociedad en la que viven, de la que forman parte como personas activas y no sólo como beneficiarios de la ayuda humanitaria que caracteriza su realidad en este país desde hace años.

Para el reparto del pan y del resto de alimentos que proveemos, los refugiados cuentan con las manos de voluntarios de corta estancia que vienen a regalarnos su tiempo y esfuerzo mientras se acercan a esta realidad y enriquecen el ambiente inter cultural en el que nos desenvolvemos.

Coordinar estas labores, al tiempo que asegurarnos que el trabajo sale adelante y que nuestros productos llegan a donde tienen que llegar, no es tarea fácil. Requiere de largas horas de dedicación diaria y paciencia para lograr una comunicación continua y fluida. Para esa labor el presidente de esta ONG me otorga su confianza, que espero no defraudar.

Ustedes pueden ayudarnos y mucho. Necesitamos de donaciones tanto regulares como puntuales en esta fase de transición en la que se encuentra nuestra empresa. Nuestra campaña de recogida de fondos que ya conocen sigue abierta:

Aquí puedes ayudar

¿Cómo están los Refugiados en Grecia?

Ha pasado un tiempo sin escribir. Los meses pasan y uno no puede evitar alejarse de una realidad que no vive… ¡En primera persona!
Todo este 2017 ha sido un año alejado del drama de los Refugiados, tratando de documentar desde España la situación general y particular de personas y familias atrapadas en el nuevo sistema de la U. E. Atrapadas por los incumplimientos de los Estados miembros en cuanto a sus obligaciones contraídas por la fallida política común de asilo. Atrapadas por tres y hasta cuatro protocolos Dublín. Atrapadas entre reubicaciones y devoluciones.

Es difícil documentar algo que continuamente se viene silenciando y tejiversando desde los distintos gobiernos y a través de los medios de comunicación y las diferentes Organizaciones No Gubernamentales. Es difícil que los abogados especializados puedan defender con éxito casos como los de los solicitantes de asilo hoy día en nuestros países: cambios continuos en la legislación europea traspuesta a la de cada país miembro; falta de evidencia de la amenaza o violencia sufrida en los países de origen (identificados por la U.E. en su gran mayoría como “seguros”); casos que tienen todo en contra. Es normal que muchos abogados prefieran defender otro tipo de casos en los juzgados que conlleven una menor carga de trabajo y le den el mismo dinero o incluso más.

Y dicho todo esto, la pregunta es: ¿qué está pasando en Grecia?

Porque parece que ya no pasa nada. Tras los últimos episodios de violencia entre fronteras, olas de frío y muertes causadas por este durante el pasado invierno, miles de personas solicitantes de asilo fueron reubicadas en alojamientos dignamente acondicionados. La Unión dotó del presupuesto suficiente a las grandes ONG para que o bien ultimaran la puesta a punto de contenedores vivienda en los campamentos permanentes, o bien los trasladaran el tiempo necesario a hoteles y apartamentos en los que pudieran residir y tener las atenciones básicas pertinentes. De esta manera quedaban libres muchas plazas en los campamentos de habitabilidad menos acondicionada a las que pudieron trasladarse muchos otros solicitantes de asilo en las islas del Egeo, cuyos principales centros de recepción volvían a registrar situaciones insostenibles ante la llegada nuevamente a diario de botes desde la costa turca.

Ya no nieva en Lesbos

Parece que no pasa nada, porque los refugiados ya están resignados a un objetivo a largo plazo: conseguir obtener algún tipo de protección internacional en territorio europeo o conseguir el dinero suficiente para que los traficantes de personas les provean de documentos de identidad falsos y llegar al corazón de la U. E. A Centroeuropa. Allí, donde alguien le dé una acogida.

Pero no es fácil. Los gobiernos europeos insisten en rechazar el flujo migratorio y en sacarlo de Europa, conteniéndolo con una violencia fronteriza que ya no nos asombra, al que ya nos hemos acostumbrado. Una violencia que la mayoría de la gente en nuestros países, reconozcámoslo, acepta; legitima. Y esto permite a nuestros gobiernos electos tener que responder sólo a la demanda de los tribunales de Derechos Humanos. Digo «sólo»; quiero decir: nuestro gobierno no tiene que responder de la violencia en «nuestro» territorio y fronteras… Puesto que nosotros no le exijimos ninguna explicación. Salvo a unos pocos que nos seguimos marchando voluntariamente al encuentro de aquellos que logran sobrevivir el trance entre Oriente Medio y Europa, por dignidad humana, al resto de nuestra población no les importan los Refugiados.

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Si les importara algo todo este drama, ¿a qué vendría esa frase definitiva de «es que aquí no pueden venir»?

La noticia, lo nuevo y lo viejo a la vez es: la única acogida (relativa) que se está dispensando a los Refugiados en Europa es, con alguna excepción, en Italia y sobre todo, Grecia.

Lo triste de esto es que esta acogida es sólo resultado del interés mutuo de la Grecia y, sobre todo, de la Unión Europea de que los fondos económicos fluyan en esta dirección. Y que, de momento, la situación de acogida se reviste de cierta estabilidad mientras estos fondos fluyan.

Lo importante de todo esto, por último, es que acogida no significa «integración». Que la integración de estas gentes en nuestra sociedad no interesa. Y que somos nosotros, la sociedad civil, los que tenemos que darnos prisa: pues tenemos que trabajar en integración antes de que se acaben esos fondos que permiten dispensemos cierta acogida.

¿Quieres saber más ? Te cuento como trabajar en integración la semana próxima?

Mientras tanto, echa un vistazo a nuestra camaña de recogida de fondos que acabamos de reactivar:

Colabora con nosotros

 

 

Happy Ramadan

It was exactly one fine day like today that I met Rami Assaf at the Delfini Hotel in Pireus, Athens. I was just back to Greece for my third trip to this country in about six months. This trip had not been planed at all. I just had an open flight ticket I finally decided to use.

After having spent the whole may 2016 giving presentations about my previous trips and raising awareness in the Canaries, I decided I needed to follow up on the situation for refugees all over Greece, particularly on Lesvos, where most of Refugees I had met were still stuck, and where I had spent from ends of January till middle April 2016.

But this time I wanted to get to know Athens. And after meeting Rami on my second day in Pireus I knew I was to stay in the city for a few days. It was also thanks to Dani, a spanish guy I had met in Mytilene in february, who hosted me in his place in Petralona neighbourhood, that I could stay long enough to secure I was there until Rami’s family problem was solved and the family could make it to Germany alltogether. That took a couple of weeks until I made it to Mytilene and another two weeks that I spent in Lesvos, plus a few more weeks that I spent in Madrid on my way back from Greece. In the end, thanks to Sara and her volunteers group based at the stonehouse between E 1,5 and E1 in Pireus port, we managed to support them – first, inside the port, then moved into a flat in Athens – and to make him cool down everytime his patience ran out. It was a happy end story, with a lot of highs and lows and a relatively flexible Ramadan that we made. I could also meet up Gaess family, who was staying in Skaramagas camp and who was also looking forward to family reunification with his father also in Germany. I could also enjoy a lot of great moments with volunteer fellows I had met in Lesvos like Pablo Lustres, Julio Botarga, Tirso, David Barrios and, especially, Eva Ele. It was an unforgettable trip full of surprises – many of these friends I met I barely knew they were on the spot!

But my main destination was Mytiline from where I would be able to visit Moria, Kara Tepe, Pikpa and also other places a bit further away, such as the Silver Bay Hotel, a Refugees shelter run by Caritas five kilometers way north west from Mytiline. It was there that I visited my dear Fawad Faiz and his family, although, as I found out the second time, particular authorisation was needed. It was also there where Fawad introduced me to Sayed Samim, whom I would meet again later on in Athens.

Unfortunately, and despite enjoying all the times I met Fawad, I could not help him much. I talked to different lawyers and NGO staff to find out opportunities for reuniting the family with their elder brother in England. And I even managed to get a lawyer from Metadrasi visit them and initiate the process, but it never came to reality. A bit further ahead – I was settled back in Spain, they knew nothing so they decided to go on their way to Germany and start a new trip through smugglers. When in september I heard again from Fawad, they were somewhere in Serbia, near the border with Hungary. They have been there ever since trying to cross over to the latter, quite unsuccesfully though.

A bit luckier was my other refugee priority, Sher Afzal, who was at that time in Moria, where the heat and the terrible situation of facilities was absolutely unbearable. Overcrowded, mediocre food, almost no running water from the showers… Moria was a tense place to be, with riots coming up every third day… So I invited Sher to move over to my wonderful Mariana’s place, my house in Mytilene, and my biggest reason to come visit Mytilene one time and another. Sher has a heart condition so I was pretty worried he would not be allowed to travel to Athens for a hospital check-up. That took us a couple of meetings with Emmanouil T., a local lawyer we knew and who finally managed that police let him travel. Those were happy days for us. Later on, in Athens, Sher would have a difficult time after his heart surgery but then, in november, things would start to be better and better. Sher introduced me to Shabbir Iqbal, who was in a deppresive state and who fortunately has been doing better since ends of 2016 too. Sher also helped me understand Umar – all of them from Pakistan, whom we also took to the lawyer’s office to see if we could help. Umar has not been that lucky. Shortly after that he made it to Athens but he was arrested and has been in a detention centre ever since.

Both Pakistanis and Afghanis were completely stuck. Shabbir, Sher and Samim decided to grow patience using their obvious vulnerability to be led onto a regular procedure, while Umar and Fawad’s family could not hold it any longer and ended in the smugglers hands. Their vulnerability was not apparently enough to avoid deportation or voluntary return to their respective countries of origin, which the E.U.still maintains are safe.

Only Syrian refugees were being properly dealt with, as it has always been from the beginning. It was nice to meet up Muhammad and his family and to hear his good prospects for family reunification again in Germany that would be taking place a few months later. It was also, like in Athens, nice to surprisingly meet up many volunteer fellows like Ángela, Nuria, Marcos Benito, Evey or Naomi and many others around Pikpa, where I had the luck to meet up Naveed Muhammad. Juanfe Jiménez, whom I had met last march while he was with Proactiva Open Arms, contacted me and asked me if could help bringing Naveed from Mytilene to Athens, and then get him on a plane to Madrid. For me, after having already been over a month in Greece (I was meant to just spend a couple of weeks) it was a pleasure apart from a challenge to take so I made it all the way to Madrid with him, spending a few more days in Athens in order to get a humanitarian visa for him in the spanish Consulate next to the Acropolis.

Now, looking back to my four trips to Greece, this third one was the most intense, mature and full of challenges and surprises in such a few weeks. It was also the last time I met some of them, like Fawad. It was also my acquaintance of Athens. But, especially, it was a welcome feeling: the inmense reward of meeting up many friends and share all this humanitarian power we have developed while helping Refugees and learning from them. Thank you all that made it possible. Refugees Welcome!

Asistencia legal, psicológica… Acompañamiento.

Atrás quedaron aquellos tiempos en que había gran necesidad para los refugiados en Grecia de operaciones de alimentos y campañas de tres comidas calientes al día como hicimos el pasado año, por ejemplo, con REMAR S.O.S.

Al menos esta afirmación es válida para la gran mayoría de refugiados registrados en el país como tales a día de hoy, puesto que las dotaciones económicas de las Instituciones Europeas y Agencias Gubernamentales siguen fluyendo hacia el país heleno (entre otros) y los campamentos evolucionan con carácter de largo plazo como corresponde a la previsión de solucionar esta «crisis de los Refugiados» en Europa. Vamos a tener refugiados para rato. No hay solución a corto plazo posible a la vista.

Incluso para aquellos que son tildados de migrantes económicos, si se encuentran dentro de instalaciones gubernamentales, las comidas proporcionadas suelen ser servidas en cantidad y calidad prácticamente suficiente. La excepción en este sentido la protagonizarían aquellos solicitantes de asilo en potencia que se alojan en régimen clandestino, esto es, que se concentran en torno a asentamientos no oficiales. Afortunadamente para todos, infatigables grupos de luchadores voluntarios se ocupan de cubrir esta necesidad vital primaria día tras día, mes tras mes. En Lesbos hay que hacer mención a No Border Kitchen. En Tesalónica y norte de Grecia, a nuestros compañeros de Acción Directa Sierra Norte y su Móvil Kitchen.

Pero tanto en Lesbos como en Atenas como en todas partes en Grecia, la principal batalla ahora, en estos tiempos de una afluencia moderada de botes procedentes de Turquía, se está librando en el terreno jurídico. Y la principal necesidad de los solicitantes de asilo es de tipo legal. ¿Les sorprende? No debería…

Sher Afzal no pudo volver a presentarse en la oficina de asilo central de Atenas el pasado 5 de mayo, tal como le habían indicado al no recibirle el pasado 21 de abril como le correspondía. La policía de Mytilene no le dejó subir al ferry al Pireo. Lo tiene que haber pasado mal Sher en esos instantes, pero él tiene suerte. Su abogado, aquel abogado al que le acompañamos en junio de 2016 y cuyos honorarios costeamos con nuestros fondos, ya se está ocupando del asunto. Él le dirá a Sher cuando le recibirán para una entrevista que no llega. Sí, Sher es un «privilegiado». Con su sueldo de la ONG para la que trabaja de intérprete puede asumir los honorarios que genere esta nueva asistencia legal.

Muy diferente es el panorama para el también paquistaní Umar Shezhad. Encerrado en el centro de detención de Corintos desde el pasado septiembre de 2016, la policía le acaba de decir que debe permanecer mínimo seis meses más. La única respuesta que Umar parece obtener de los agentes de turno es que «the law has changed» («la ley ha cambiado»).

Umar no tiene abogado. Por tener, no tiene a nadie en Grecia. Un «amigo» paquistaní residente de tiempo en Atenas había intermediado con una abogada privada para ver si ésta podía ayudarle de alguna manera a salir del centro. Cuando yo estuve en noviembre pasado (2016) en Atenas y le visité en Corintos, contacté y logré hablar con esta abogada por teléfono. Esta me confesó incómoda que no quería saber nada del caso. Que ella quería ayudar por su buena voluntad. Pero que entre los papeles de Umar se encontraba en su poder un documento falsificado… Y me pedía que me lo llevara si quería… Me faltó tiempo entonces para indagar más. Hasta hoy día no he visto ese documento al que se refería… Pero tampoco necesito verlo. Hoy Umar no conserva ni a la abogada ni a aquella amistad… ¿Qué destino le espera? A mí lo que me sorprende, es que no le hayan deportado aún…

Está claro que las deportaciones se están produciendo desde las islas del Egeo mayoritariamente, y que la mayoría de las personas deportadas son de las nacionalidades que son (africanas, paquistaníes, Bangla Desh…) Pero las personas como Umar, sin ser deportadas, están viendo continuamente violados muchos de sus Derechos fundamentales: libertad de movimiento como todos; derecho a no ser encarcelado sin un juicio justo… Derecho a un abogado; derecho a asistencia médica suficiente… En nuestra última conversación Umar me decía que hacía días que tenía un dolor en la boca, pero que el policía de turno le decía siempre que el médico venía mañana. Si no tienen asistencia médica, ¡cómo hablar de los psicólogos a los que también tienen derecho!

Estén atentos a las próximas noticias nuestras pues es bastante probable que reactivemos nuestra campaña de crowdfunding para contratar abogados privados especialistas en asilo, como hicimos en su momento con Sher. Aunque sea prácticamente imposible que a Umar le concedan protección internacional, eso no quita que sus derechos fundamentales puedan ser violados junto con todos sus compañeros penitenciarios sin que a nadie le importe. En estas fechas estamos en conversaciones con las distintas organizaciones que prestan asistencia legal en Grecia, buscando la que nos pueda aceptar el caso… Pero, de momento, no encontramos ninguna que atienda a aquellos recluídos en un centro de detención…

Seguiremos informando.

Ahogados

Las deportaciones a Turquía han continuado intermitentemente todo este mes de abril en las islas del Egeo. También lo han hecho, paralelamente, las manifestaciones en contra así como las protestas de los principales afectados: personas desplazadas involuntariamente en busca de refugio; solicitantes de protección internacional. Migrantes a la fuerza… También lo han hecho los voluntarios desplazados a su encuentro.

Estas deportaciones consisten en expulsiones colectivas de personas de diversas nacionalidades, principalmente de nacionales de Paquistán, Bangladesh, Irán, los países del Magreb y numerosos países del África subsahariana. Además, desde el pasado 20 de marzo de 2016, estas expulsiones incluyen también a los sirios.

Nada sabemos de las personas deportadas a Turquía, «país seguro de origen» etiquetado así de forma altamente interesada por la U. E. Con esto nos quieren decir que los refugiados podrían solicitar protección internacional en este país, pero hay escasa verdad en este tipo de afirmaciones. Turquía sólo reconoce cierta protección a los sirios, y actualmente ya cuenta con cerca de tres millones de sirios temporalmente acogidos. Esto es un problema para el país, pero, tal como nos dicen los compañeros que han estado allí, nada se sabe ni se habla del problema. El tema es tabú. La reciente victoria muy disputada de Erdogan en el autoproclamado referendum para poder permanecer en el poder no hace sino complicar más las cosas. Un régimen dictatorial en Turquía no facilitaría precisamente el mejor entendimiento con la U.E. En un momento en el que este es muy necesario.

Pero Turquía tiene un problema mayor que los sirios: los kurdos, el Kurdistán. Una región de la que proviene cantidad enorme de refugiados que llegan a Grecia. Hoy, mientras escribo, trece hombres kurdos de origen sirio (uno de ellos menor de edad) continuan una huelga de hambre a la desesperada frente al rechazo a su solicitud de asilo. Tienen miedo, y con razón, de ser enviados de vuelta a Turquía. Tras cuatro días de esta huelga, ninguna autoridad o agencia se había hecho eco de sus protestas.

Estas son las consecuencias de semejante y tan degradante trato (trata) para las personas deplazadas y refugiadas. Valga este ejemplo concreto para visibilizar.

Otro ejemplo: 16 personas han aparecido ahogadas por el hundimiento de un bote destino a Lesbos. 9 de ellas han aparecido en Lesbos. Las otras 7, de momento, en Turquía. La mayoría de ellas provenían, nos dicen, del África subsahariana. ¡Somos muy desgraciados, todos! Estas personas siguen lanzándose al mar y ahogándose por acuerdos como el de la U.E. – Turquía y, sobre todo, por la política de rechazo total del flujo migratorio y de blindaje de fronteras. ¡NO a la UE Fortaleza!

La historia nos juzgará algún día. No cabe duda. La responsabilidad no es sólo de nuestros políticos. Es nuestra: seguimos considerando a estas personas como invasores.

Mientras tanto, los vivos siguen peleando por llegar a tierra firme. Ninguna valla los va a detener. Los que ya pisan tierra europea siguen peleando por que no les deporten. Nuestro amigo Sher Afzal se presentaba el pasado día 21 de abril a su entrevista de asilo en Atenas. Se desplazó desde Mitilene a la capital 10 días antes y, sólo cuando se personó en las oficinas el día señalado, fue cuando le dijeron que volviera el próximo 5 de mayo. Que no le iban a entrevistar… ¡Indignante! Sher había tenido que pedir vacaciones a la ONG para la que hace de intérprete. Dede las autoridades griegas siguen jugando con el tiempo de la gente; sobre todo de las personas refugiadas.

¿Quieres saber más? Puedes preguntar a través de esete blog…